El plan de estímulo social de Mario Draghi
La Vanguardia
El 19 de enero la izquierda juraba solidaridad con Grecia reunida en un mitin parisino que unió a disidentes del Partido Socialista con el Partido Comunista, el Front de Gauche, los verdes y otras organizaciones. Se hablaba de crear una “gran coalición” con todos esos elementos. La tarea era, “crear en cada país una correlación de fuerzas que permita un cambio de orientación en Europa en la cuestión de la deuda, y también sobre la cuestión de la democracia porque el autoritarismo burocrático actual de la UE forma parte de la crisis”, explicaba Francis Wurtz, ex eurodiputado francés alsaciano y uno de los creadores del Partido de la Izquierda europea. Fue una velada animada pero con un público mayor y sin apenas representación del extrarradio de la ciudad, las estigmatizadas y marginadas banlieues.
Días después, con la victoria electoral de Syriza ya realizada en Atenas, la escena del mitin se repetía en un acto convocado por el Front de Gauche en la Ecole Normale Supérieure de París, con el título, “Cómo ayudar a Syriza”. Acuden unos treinta participantes, con la media de edad por encima de los sesenta y solo dos o tres personas de menos de 30 años. Se habla de Grecia, de España y se constata que “cada país tiene su situación específica”. La de Francia es que la política de recorte no ha sido “de choque” sino a goteo, aplicada a lo largo de más de diez años.
En Francia el poder respeta más a la sociedad a causa de la facilidad con la que ésta se rebela, es decir, por miedo. Desde ese punto de vista, la superioridad de Francia, con su poderosa tradición social, respecto a Grecia o España, es enorme. Al mismo tiempo a la izquierda francesa le falta “técnica Podemos” para sintonizar con la juventud, y, sobre todo, le falta echar raíces en los extrarradios. Las banlieues son el territorio sin futuro de la crisis social de hoy. Su sujeto equivale hoy al de los faubourgs parisinos, sin el cual no habría habido Revolución Francesa, ni las posteriores erupciones de 1848 y 1871 que la asentaron.
La tradición social francesa, sin duda la mas potente de Europa, está confundida por treinta años (Mitterrand, 1983) de una izquierda que se vendió al neoliberalismo europeísta. Con la gran movilización suscitada por los atentados contra la revista Charlie Hebdo, Francia se ha asombrado. Decían que estaba muerta y de repente salieron varios millones a la calle, algo numéricamente sin parangón desde 1944. El impulso de aquel 11 de enero fue popular, es decir republicano y con un signo más escorado a valores de izquierda que a la derecha. Sin embargo, una vez más, la dinamita social, el extrarradio de origen inmigrante, no estaba allí. Las banlieues estallaron espectacularmente en 2005, pero desde entonces para la izquierda francesa la situación apenas ha cambiado nada. Sin llevar la bandera roja al espacio de las banlieues no habrá verdadero movimiento social en Francia, es decir una fuerza que vuelva a hacerse respetar por los de arriba, dice el filósofo Alain Badiou.
A los pocos días del acto de la Ecole Normale Supérieure, el Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dejaba las cosas claras en una entrevista con Le Figaro llena de latigazos: “está excluido suprimir la deuda griega”, “se puede llegar a acuerdos, pero no alterarán fundamentalmente lo que tenemos” y el definitivo: “No puede haber opción democrática contra los tratados europeos”. La lectura es clara: “estamos blindados contra la democracia”.
“Unos tratados que nunca fueron aceptados ni votados por los pueblos están por encima de la soberanía popular”, se leía en la red, que echaba chispas. Fue entonces cuando llegó el programa de estímulo del BCE a los movimientos sociales europeos: la decisión nocturna de suspender uno de los canales de financiamiento de los bancos griegos, cerrándoles el grifo.
A las pocas horas del anuncio, centenares de personas se reunían en la Plaza del Palais Royal. Las valoraciones de la medida del BCE se reparten entre la afirmación de que es una, “baza chantajista de negociación destinada a intimidar al gobierno griego”, y la de que, “se ha puesto en marcha el proceso de explosión de la zona euro”. “El ejemplo dado por Grecia no podía dejar de ser castigado”, dice un representante de la asociación ATTAC. Se dice que los sindicatos alemanes y austríacos se han declarado en contra del BCE, que en Italia se prepara una gran manifestación para el día 14. En Francia se hará, seguramente, dos días después, el 16. “Hemos enviado una delegación a Atenas para coordinarnos”, explica la representante de la asociación “Avec les grecques” (con los griegos). El insospechado plan del BCE para el estímulo de la protesta europea, puede funcionar mucho mejor que los anteriores.
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/
Días después, con la victoria electoral de Syriza ya realizada en Atenas, la escena del mitin se repetía en un acto convocado por el Front de Gauche en la Ecole Normale Supérieure de París, con el título, “Cómo ayudar a Syriza”. Acuden unos treinta participantes, con la media de edad por encima de los sesenta y solo dos o tres personas de menos de 30 años. Se habla de Grecia, de España y se constata que “cada país tiene su situación específica”. La de Francia es que la política de recorte no ha sido “de choque” sino a goteo, aplicada a lo largo de más de diez años.
En Francia el poder respeta más a la sociedad a causa de la facilidad con la que ésta se rebela, es decir, por miedo. Desde ese punto de vista, la superioridad de Francia, con su poderosa tradición social, respecto a Grecia o España, es enorme. Al mismo tiempo a la izquierda francesa le falta “técnica Podemos” para sintonizar con la juventud, y, sobre todo, le falta echar raíces en los extrarradios. Las banlieues son el territorio sin futuro de la crisis social de hoy. Su sujeto equivale hoy al de los faubourgs parisinos, sin el cual no habría habido Revolución Francesa, ni las posteriores erupciones de 1848 y 1871 que la asentaron.
La tradición social francesa, sin duda la mas potente de Europa, está confundida por treinta años (Mitterrand, 1983) de una izquierda que se vendió al neoliberalismo europeísta. Con la gran movilización suscitada por los atentados contra la revista Charlie Hebdo, Francia se ha asombrado. Decían que estaba muerta y de repente salieron varios millones a la calle, algo numéricamente sin parangón desde 1944. El impulso de aquel 11 de enero fue popular, es decir republicano y con un signo más escorado a valores de izquierda que a la derecha. Sin embargo, una vez más, la dinamita social, el extrarradio de origen inmigrante, no estaba allí. Las banlieues estallaron espectacularmente en 2005, pero desde entonces para la izquierda francesa la situación apenas ha cambiado nada. Sin llevar la bandera roja al espacio de las banlieues no habrá verdadero movimiento social en Francia, es decir una fuerza que vuelva a hacerse respetar por los de arriba, dice el filósofo Alain Badiou.
A los pocos días del acto de la Ecole Normale Supérieure, el Presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dejaba las cosas claras en una entrevista con Le Figaro llena de latigazos: “está excluido suprimir la deuda griega”, “se puede llegar a acuerdos, pero no alterarán fundamentalmente lo que tenemos” y el definitivo: “No puede haber opción democrática contra los tratados europeos”. La lectura es clara: “estamos blindados contra la democracia”.
“Unos tratados que nunca fueron aceptados ni votados por los pueblos están por encima de la soberanía popular”, se leía en la red, que echaba chispas. Fue entonces cuando llegó el programa de estímulo del BCE a los movimientos sociales europeos: la decisión nocturna de suspender uno de los canales de financiamiento de los bancos griegos, cerrándoles el grifo.
A las pocas horas del anuncio, centenares de personas se reunían en la Plaza del Palais Royal. Las valoraciones de la medida del BCE se reparten entre la afirmación de que es una, “baza chantajista de negociación destinada a intimidar al gobierno griego”, y la de que, “se ha puesto en marcha el proceso de explosión de la zona euro”. “El ejemplo dado por Grecia no podía dejar de ser castigado”, dice un representante de la asociación ATTAC. Se dice que los sindicatos alemanes y austríacos se han declarado en contra del BCE, que en Italia se prepara una gran manifestación para el día 14. En Francia se hará, seguramente, dos días después, el 16. “Hemos enviado una delegación a Atenas para coordinarnos”, explica la representante de la asociación “Avec les grecques” (con los griegos). El insospechado plan del BCE para el estímulo de la protesta europea, puede funcionar mucho mejor que los anteriores.
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch/
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